Me encuentro sentada en la banca
afuera del local y el humo de mi cigarro comienza a envolverme con tus
recuerdos, los sonidos se transforman en ecos y las imágenes en flashes que poco
a poco me llenan de soledad; esa soledad que te embriaga de ella y no hay más. Ya
no puedo seguir engañándome, has dicho cosas dolorosas que ya no me van y estoy
cansada de escuchar la misma historia siempre.
Tú no has estado aquí como
prometiste, no has estado en las tardes en las que todo se derrumba y dejo de
guardar las apariencias soltándome a llorar. Tú no sabes que eres el motivo por
el cual riño con todo el mundo en casa y en la escuela. No sabes que esas inmensas
ganas de llorar son a causa tuya. ¡Tú no sabes nada!